martes, 31 de diciembre de 2013

Realismo y patología. J.L. Dubut de Laforest



En los tratados de psiquiatría existe una palabra que evoca una de las más grandes heroínas de la literatura universal. El término es bovarismo, que describe el estado de insatisfacción crónica de una persona, producido por el contraste entre sus ilusiones y aspiraciones, es decir la frustración por querer ser lo que no es. El personaje del que deriva esta palabra es Emma Bovary, la protagonista de la celebérrima novela de Gustave Flaubert, Madame Bovary.
Se han escrito miles de artículos sobre esta novela que, por su calidad, tal vez se encuentre entre las cincuenta novelas más importantes de la historia de la literatura.
De sobra es conocido el argumento de esta historia que, en su día, levantó ampollas entre la gente bienpensante de la Francia decimonónica. Flaubert, que tenía aversión por la burguesía, hace de Emma Bovary una típica bu  rguesa, casada con un médico de provincias anodino. Ella, que aspira a elevarse por encima de su estatus social, se entrega a un amante. Viéndose rechazada, y comprendiendo la imposibilidad de ser la mujer que no es, acaba con su vida.
Los contemporáneos de Flaubert vieron en esta obra una dura crítica a la creciente y pujante burguesía, y la acusaron de atentar contra la moral y las buenas costumbres, por lo que la justicia llevó al autor al estrado, formulándose una acusación formal. Finalmente, y ante las voces que clamaron por la independencia del arte, Flaubert fue absuelto, pero Madame Bovary quedaría estigmatizada entre los más recalcitrantes reaccionarios.
Es necesario recordar que el estudio de la psique humana, comenzó a estar de moda en esa época. Eran célebres los martes del Dr. Charcot que reunía en el hospital de la Salpêtriere a la flor y nata de la sociedad parisina para mostrar los casos clínicos más espectaculares. Era una especie de clase magistral sobre psiquiatría, a la vez que un espectáculo morboso. Esta ambivalencia entre ciencia y curiosidad, despertó un interés desmedido y la literatura no fue ajena a tal moda.
Madame Bovary fue la espoleta que encendió el reguero de pólvora que seguirían muchos otros autores que, tomando el testigo de Flaubert, plasmaron, con mayor o menor acierto, las patologías más desviadas de la sociedad parisina del siglo XIX. Uno de los más destacados, por lo audaz de su obra, y hoy caído en el olvido, fue Jean Louis Dubut de Laforest.
Jean-Louis Dubut de Laforest nació en Saint-Pardoux-la-Rivière (Dordogne) el 24 de julio de 1853. Estudio la carrera de derecho y trabajo para la administración del Estado. Dimitió de sus funciones públicas para dedicarse por completo a la literatura. Empezó colaborando en Le Figaro, bajo el pseudónimo de Jean Tolbiac, para acabar siendo un prolífico escritor.
Si tuviésemos que clasificar la obra de Dubut de Laforest, vinculándola con algún movimiento literario, no cabe duda de que estaría inmerso en el realismo, pero en un tipo de realismo muy particular. Si bien escribió algunas novelas de costumbres que pasaron más o menos desapercibidas, el grueso de su obra se caracteriza por la cantidad de personajes con patologías de índole sexual: prostitutas, ninfómanas, pederastas… Añadiendo lo que, por aquel entonces, se consideraban inclinaciones anti natura, tales como el lesbianismo o la homosexualidad.
Dubut de Laforest se recreaba en exceso en las manifestaciones de las desviaciones de sus personajes, llegando incluso a describir situaciones inverosímiles. Así, más de un crítico consideraba su obra anticlerical y obscena. Amparado en conocimientos de medicina que había adquirido tras un estudio de las obras de los alienistas más reputados, pretendía ser el creador de un nuevo estilo literario, de liderar la novela que fuese fiel reflejo de las patologías de la sociedad.
Al verse cuestionada su probidad literaria, pues fue condenado por ultraje a la moral y las buenas costumbres, a dos años de cárcel y 1000 francos de multa por su novela Le Gaga, publicada en 1886, optó por recopilar toda su obra, bajo el epígrafe « Patología Social », haciendo llamadas a pie de página parar explicar y/o justificar, desde un punto de vista científico, los actos abyectos de sus personajes. Este procedimiento provocó que la obra se revistiese de un cierto prurito científico que permitió que circulara entre el público sin tener que vérselas de nuevo con la justicia.
El hecho de que algunas de sus novelas fuesen dedicadas a eminencias como el Dr. Charcot o el célebre criminalista Cesare Lombroso, constituía una declaración de intenciones con respecto al contenido de la misma.
La novela que le granjeó más problemas con la justicia, fue Le Gaga. Es la historia de un viejo aristócrata que se va sumiendo progresivamente en el vicio, arrastrado por un primo libertino que pretende volverlo loco para quedarse con su esposa. El Gaga, expresión popular que en castellano significa Chocho, se va desmoronando cada vez más. Su esposa todavía joven y bella, y su hija, alarmadas, optan por cuidarlo. La mujer, un dechado de virtudes, se somete a todos los caprichos de su marido que, falto de  razón, la somete a múltiples humillaciones que esta acepta a fin de conseguir la curación del hombre.
Otra novela destacable es Mademoiselle Tantale, la historia de una joven y bella escultora inglesa que pasa de la frigidez a la más bestial ninfomanía. Su incapacidad para amar la vuelve loca y la lujuria la posee como un demonio del que no puede desprenderse. Escenas de lesbianismo, de zoofilia, etc. discurren, siempre de forma implícita y más o menos velada, por toda la novela…
Le Faiseur d’hommes, aparecida en 1884, trataba por vez primera en la historia de la literatura, el problema de la inseminación artificial.
Morfina, aparecido en 1891, trata de los perniciosos efectos de la droga, y, si el estudio desde el punto de vista patológico es descarnado, el argumento subyacente es el típico folletín melodramático, muy del gusto de la época.
Fue considerado un escritor maldito y le fue dedicado un honroso lugar en el Infierno de la Biblioteca nacional.
Él nunca se consideró un escritor obsceno, tan solo deseaba mostrar sus observaciones, para lo que solía mezclarse con las gentes y ambientes sórdidos que luego describía en sus obras. Si bien su fama alcanzó unas cotas considerables, más que por la calidad de su obra, por las polémicas que esta suscitaba, cayó en una depresión al final de su vida, creyendo no haber conseguido los objetivos que pretendía.
Así, a las tres y quince minutos de la tarde del día 3 de abril de 1902, se arrojó por la ventana de su despacho, en un cuarto piso del nº 10 de la avenida parisina de Trudaine. Murió al cabo de algunos minutos, cuando algunos transeúntes lo trasladaban a su domicilio.
A diferencia de otros, Dubut de Laforest no fue un escritor pornográfico. No cayó en el mal gusto ni se recreó en las situaciones morbosas. Trató de expresar sus observaciones con toda la delicadeza que el tema le permitía, pero quizá sus contemporáneos no estaban preparados todavía para asumir la realidad que los rodeaba y ante la cual miraban para otro lado. Si al propio Zola lo consideraban un autor obsceno cuando recreaba toda la basura humana en Le ventre de Paris o en L’Assomoir, que no dirían de Dubut de Laforest con sus personajes lujuriosos, bestiales…exageradamente malvados tal vez, pero prototipos de muchas personas que pasan día a día a nuestro lado sin que nos percatemos del aura de abyección que proyectan.
Hoy en día, las novelas de Dubut de Laforest no nos provocan el rechazo que antaño suscitaron, e incluso pueden resultar anodinas y barnizadas de un melodramatismo pasado de moda, pero no dejan de ser motivo de análisis en el estudio de la literatura universal, y en particular del realismo francés que tensó hasta un grado de ruptura, la cuerda dejada por Flaubert con Madame Bovary. ¿Realismo patológico o realismo exagerado? Lean y juzguen.
Algunas novelas de Dubut de Laforest han sido traducidas al castellano recientemente y pueden encontrarse accediendo a los siguientes vínculos:

El viejo chocho (Le Gaga); La señorita Tántalo (Mademoiselle Tantale) ; La tranfusión de sangre (La transfusión du sang); Cuentos para bañistas (Contes pour baigneuses)  Morfina  (Morphine)       

 José M. Ramos González. 31 de diciembre de 2013

domingo, 29 de diciembre de 2013

100 y Cía S.L. (relato)



Como una iniciativa empresarial en el mercado nacional, con perspectivas de extenderse a otros países, 100 y Cía S.L. comienza su andadura profesional con la intención de proporcionar a su distinguida clientela, en muy breve tiempo, un bagaje científico más allá de lo que pueden ofrecer los métodos ortodoxos, tales como escuelas, universidades, centros tecnológicos u otros medios convencionales al uso.
100 y Cía S.L. ofrece al cliente un acercamiento a la ciencia de un modo nunca visto antes, puesto que la naturaleza de sus servicios son de una índole absolutamente original, pero no por ello exentos del rigor requerido.
La compañía ofrece cuatro tipos de servicios, según las cualidades personales del cliente a satisfacer, tras un estudio psicológico previo muy exhaustivo y que nos indicará las carencias científicas y vicios adquiridos en este ámbito de la sabiduría humana.
Nuestra compañía está asesorada por prestigiosos hombres de ciencia, especializados en sus respectivos campos, e incluso disponemos de una sección donde un filósofo se ocupa de algunas cuestiones de carácter metafísico. Con la participación de biólogos, matemáticos, físicos, astrónomos, médicos y un largo etcétera que abarca todas las disciplinas científicas, 100 y Cía S.L. ofrece sus servicios a:

1º) Escépticos y teóricos de la conspiración.
2º) Moralistas y otras personas de conciencia frágil.
3º) Dogmáticos y religiosos.
4º) Paracientíficos incorregibles.

En el primero de los casos, supongamos que usted sea un escéptico, es decir que no cree en el progreso de la Ciencia y que el hombre no ha llegado a la luna. Usted piensa y está convencido de que esa gesta se trata sencillamente de una argucia de la NASA para engañar al gran público y amedrentar a la antigua Unión Soviética en la carrera espacial. Así que va usted comentando por ahí que las imágenes tantas veces vistas son un montaje cinematográfico rodado una noche de 1969 en el desierto de Nevada. Pues bien, nuestra empresa se hará cargo de demostrarle, por un precio módico, el error que comete dando pábulo a esas teorías de la conspiración, que no hacen otra cosa que sus interlocutores se burlen de usted y le tilden de ingenuo riéndose a sus espaldas o siendo objeto de chanza. No dude que resulta de muy mal gusto dar muestras de escepticismo respecto a los grandes hitos científicos. Pueden considerarlo a usted un retrógrado, y sus ambiciones profesionales y relaciones sociales pueden verse mermadas debido a ese tipo de opiniones.
¡¡Póngase al día. Inspírese en la Ciencia!! Ese es nuestro lema.
Para los más reacios, disponemos de psiquiatras que valorarán el grado de escepticismo que estos poseen y, en caso de que nuestros intentos por convencerlos resulten infructuosos, solamente se les cobrará una pequeña tasa por el tiempo invertido en su terapia. Ahora bien, debemos confesar modestamente que el índice de fracasos tenidos hasta el momento es de un ridículo 3%.
Nuestras actividades también están dirigidas a los moralistas. ¿Tiene usted algún amigo que cree que la clonación carece de ética? Aconséjele que acuda a 100 y Cía S.L. y le demostraremos que el proceso de clonación puede paliar el hambre en el mundo y salvar múltiples vidas gracias a los órganos que pueden ser creados in vitro. Nuestros biólogos así se lo harán saber. No permita que una moralina baladí frene el imparable desarrollo de la Ciencia. Que no le cuenten milongas. Cierto es que la oveja Dolly murió tempranamente, pero ¿cuántas bombillas se le fundieron a Edison antes de que la luz eléctrica cambiase nuestras vidas?
¿Es usted dogmático? ¿Cree a pies juntillas la Biblia? ¿Es creacionista?
Antes de proseguir, hemos de manifestar que 100 y Cía S.L., tiene el beneplácito y la bendición del Vaticano para desarrollar sus actividades profesionales, por lo tanto no hay peligro de excomunión, ni tendrá que confesarlo al sacerdote. Las actividades de 100 y Cía S.L., aparte de ser completamente legales, no constituyen pecado. Siempre desde el estricto respeto a sus convicciones, le recomendamos que no divulgue entre sus amigos ni conocidos que Dios creó el mundo en 7 días y que Darwin era un charlatán. Su reputación penderá de un hilo. Pero si acude a 100 y Cía S.L., nuestro gabinete de biólogos y paleontólogos, en un par de sesiones, cuyo coste será ínfimo comparado con la puesta al día que le van a realizar, hará de usted un hombre nuevo, y sus conocimientos sobre la teoría de la evolución serán tantos y tan firmes, que sus familiares no cabrán en sí de gozo al verlo convertido en un hombre moderno que desciende de un simio, acorde con los tiempos que corren. A partir de ese momento podrá salir a cenar con sus amigos sin tener que soportar al guasón de turno preguntándole si Adán y Eva tenían ombligo.
Por una pequeña cantidad adicional, nuestros astrofísicos le darán todo tipo de detalles acerca del origen del Universo y la teoría del Big Bang. Y sin hacer de usted un ateo, pues no es esa nuestra pretensión en absoluto, puesto que como ya afirmamos anteriormente tenemos la bendición del Santo Padre, le demostraremos que Dios no pudo haber creado el Universo en siete días.
Veamos como trabajarían al respecto nuestros expertos para que se hagan una idea de su metodología:
En primer lugar, romperían el hielo con una sencilla cuestión que nuestros astrofísicos le plantearían. Desde luego con la presencia de un teólogo para que usted se sintiera cómodo:

A ver… Si según el libro del Génesis, Dios creó el sol, la luna y las estrellas en el cuarto día, ¿de cuántas horas eran los tres primeros días? ¿De 24? ¿Por qué, si el sol todavía no había sido creado y la tierra no podía girar en torno a él? ¿Cómo medir la duración de un día si el día no existía?

Ante sus dudas y el silencio del teólogo, al que obviamente tenemos en nómina, los profesionales de 100 y Cía S.L., continuarían con argumentos de mucho más rigor científico que necesariamente lo acabarían convenciendo sin ningún tipo de dudas de que el Creacionismo es una teoría completamente anacrónica e incluso refutada por la propia Iglesia, tal como el teólogo le confirmará.
 Dicho lo anterior, nuestros científicos jamás le afirmarán que no se encuentre Dios detrás de todo lo que existe, pero llegado este punto deberá usted entrevistarse con el filósofo para pulir esos pequeños matices y limar esas molestas asperezas que puedan turbar levemente su espíritu.
Es importante destacar que, tanto para moralistas como para dogmáticos, disponemos de los servicios de competentes sacerdotes, expertos en exorcismos, que sabrán extraer de usted ese malvado ángel de incredulidad que lleva dentro. Al mismo tiempo velarán por la quietud de su espíritu y de que su fe permanezca indemne tras el impacto inicial que puede producir en personas sensibles el cambio de opinión largos años mantenida.
Por último, nuestra compañía, dedica un especial tratamiento a paracientíficos incorregibles, donde tienen cabida sobre todo los parapsicólogos, los ufólogos y los abducidos por extraterrestres. Normalmente los servicios llevados a cabo sobre estos clientes se realizan a demanda de las familias, y la tarifa por nuestra terapia es la más costosa, porque el trabajo a desarrollar sobre ellos es realmente exhaustivo y agotador. En muchas de estas ocasiones, nuestros profesionales suelen desviar estos casos a los psiquiatras y, salvo contadas excepciones, solo podemos cobrar las tasas, porque hasta el momento nuestro porcentaje de éxitos no ha sido muy alto, pero seguimos trabajando en ello con la profesionalidad que nos caracteriza y buscando nuevas vías argumentales y empíricas para minimizar costes y lograr el mayor número de resultados positivos.
Es importante resaltar que 100 y Cía S.L. ha suscrito una importante póliza de seguros con una compañía de solvente prestigio, a fin de dar cobertura a posibles traumas irreversibles que puedan surgir durante el tratamiento al que el cliente es sometido. Si bien dicha posibilidad es ínfima, es posible que beatas, incrédulos irreversibles y algunas otras personas de especial condición, se vean seriamente afectadas y salgan insatisfechas tras nuestros servicios. En ese caso, y después de una investigación al respecto, la compañía de seguros se hará cargo de pagar la indemnización a que hubiere lugar siempre y cuando el juez, lamentablemente hombre de letras, dictamine algún tipo de responsabilidad por nuestra parte.
Acuda a 100 y Cía S.L. ¡¡Póngase al día. Inspírese en la Ciencia!! La relación calidad-precio de nuestros servicios es óptima y ha sido calculada por el método de los mínimos cuadrados por nuestros matemáticos en plantilla.
No lo piense más. La modernidad lo espera, y su familia y amigos quedarán maravillados.
No lo olvide:

Póngase usted al día,
Sin que lo ciegue una venda,
Discurriendo por la senda,
que le ofrece 100 y Cía.


La primera lamprea (microrrelato)



En tiempos remotos habitaba cerca del río Miño una joven tan hermosa como malvada. Todos los hombres de la comarca caían rendidos ante su encanto, pero al sentirse rechazados se arrojaban al río, pues no podían soportar el gran dolor que padecían por el desprecio de la bella.
Un día pasó por la región un apuesto juglar que recitaba sus poemas de pueblo en pueblo. Cuando vio a la joven su corazón comenzó a latir como nunca hasta entonces había experimentado. Como era bien parecido, la muchacha consintió en coquetear con él. Cuando estuvo segura de que sus ardides habían obtenido éxito, prorrumpió en una desdeñosa carcajada y dijo al pobre enamorado que jamás sería suya porque su mano estaba destinada a un rey. El bardo, loco de pena, siguió los pasos de los suicidas y las gélidas aguas del río apagaron su llanto y los delirios de su alma atormentada.
Las ninfas del río, hartas de tanta iniquidad, decidieron castigar a aquella pérfida mujer. Un día, mientras paseaba por las orillas del Miño, una fuerza invisible la empujó a las aguas.  Lo primero que las náyades hicieron fue privarla de su rostro angelical, sustituyendo su hermosa y sensual boca por un redondo y gran agujero oscuro, con tantos pequeños dientes como hombres había seducido. Luego, su estilizado cuerpo fue convertido en el de una serpiente marina, pero de modo que su carne siguiese siendo tan apetitosa como antes, aunque en vez de lujuria sólo despertaría gula en los hombres.
………………………………………
Por el légamo del Miño, se arrastra hoy la primera lamprea. Hechizada eternamente, continúa siendo una devoradora de hombres, pues se alimenta de los ahogados, pero hasta el final de los tiempos redime con su exquisita carne todo el daño que hizo cuando era mujer mortal.

José M. Ramos González. Pontevedra 2013

 

La carrera (relato)



Uno miró hacia atrás y solo logró ver a Cero que lo seguía. Se preguntó si tras este, la fila se prolongaría, pero el grosor de Cero no le permitía observar lo que había más allá de aquel orondo cuerpo. Uno ocupaba la primera posición en esa carrera; no obstante le preocupaba el número de participantes. Ganar a Cero carecía de mérito. Era sabido que Cero jamás podría adelantarlo, pues aun en el hipotético caso de que esto aconteciese, de inmediato este desaparecería; no en vano para expresar algo sin valor se utilizaba la expresión «ser un cero a la izquierda».
Uno corría desaforadamente, pues sabía que era muy posible que Seis u Ocho, con su forma circular inferior, pudiesen adelantarlo. No le preocupaba ni Cuatro ni Siete, pues solo tenían una pata y su cuerpo asimétrico los desequilibraba.
La carrera discurría por un circuito constituido por rectas que se quebraban en ángulos rectos; algo así como correr por las líneas de un sistema de cuadrículas. Destellos de luz, como flashes de cámaras fotográficas, los rodeaban y, a lo largo del recorrido, podían verse pequeños cilindros y otros objetos tridimensionales cuya función les resultaba desconocida.
En una desviación hacia la derecha, Uno miró hacia atrás girando la cabeza en un ángulo de 135 grados y observó que tras Cero se encontraban otros dos Unos, mientras un Cero cerraba la fila. Solamente eran cinco corredores. Una leve decepción lo invadió.
Le pareció sumamente extraño que no se encontrase en la fila ningún digito superior a él. La probabilidad de que un número, tomado al azar de cinco dígitos, solo contuviese Ceros y Unos era del orden aproximado de 0,00017, es decir 17 casos entre cien mil. Era realmente sorprendente.
El hecho de carecer de rivales le dio la certeza de que obtendría la victoria. En el peor de los casos, solamente otro Uno podría superarlo, pero la presencia de Cero tras él era un considerable obstáculo para que cualquiera de sus dos congéneres tuviesen alguna oportunidad.
La carrera llegaba a su fin. Se veía el final del circuito, y, en lo que resultaba ser la meta, se encontraban una serie de artilugios en forma de pequeños rectángulos asidos al suelo mediante una especie de patas metálicas, como si se tratasen de unas garrapatas artificiales.
Ya no había posibilidad de que se alterase el orden de los dígitos en esa carrera peculiar. Uno venció seguido de Cero; en tercer y cuarto lugar dos Unos y cerraba la serie un Cero.
Tras cruzar la meta, todos se sintieron azotados por lo que parecían ser descargas eléctricas emitidas por aquellos rectángulos de sílice.  Mientras advertían como perdían la consciencia de sí mismos y todo parecía desvanecerse, pensaron fugazmente en lo injusto que resultaba aquel desenlace después de haber disputado aquella carrera.
Sus destinos consistían en ser procesados para metamorfosearse en algo diferente.

La pantalla rectangular de la calculadora de bolsillo se iluminó con luz verde esmeralda y el estudiante pudo leer:  22.
 
José M. Ramos González.  Pontevedra, 10 de enero de 2013.