viernes, 24 de febrero de 2012

¿Influyó Catulle Mendès en Roald Dahl?


Con motivo de la aparición y auge de las nuevas tecnologías y su incorporación a la vida cotidiana de un número exponencialmente creciente de personas, cierto día, ya lejano, me propuse elaborar un sitio web, más por interés en la técnica y mecánica de su realización que por el contenido en sí mismo. Cabría pensar que mi actividad profesional como docente de matemáticas me inclinase a tratar un tema propio de esta rama de la ciencia, pero se presentaba ante mí un gran inconveniente; se añadía a mi desconocimiento del leguaje del hipertexto, la dificultad que entrañaba trasladar a dicho lenguaje la notación científica y en particular la matemática. Descartada pues esta alternativa, debería optar por algo más fácil y al mismo tiempo práctico y, a ser posible didáctico.
Desde que era muy joven, la literatura ha sido uno de mis más preciados entretenimientos, pudiendo presumir de tener una biblioteca muy bien surtida. Me propuse divulgar toda la información obtenida de las lecturas que había realizado y de aquellos autores cuya presencia en el espacio virtual era escasa o nula en castellano. Fue de ese modo como surgió mi primer sitio web dedicado al escritor norteamericano de ciencia ficción Fredric Brown. Debido a mis dispares gustos literarios, de la ciencia ficción de las novelas pulp de los años 60, di un salto cuantitativo y cualitativo en el tiempo a la Francia del siglo XIX con otro autor: Guy de Maupassant. A continuación mis desvelos divulgativos se enfocaron en Roald Dahl, para finalmente trabajar sobre la vida y obra de Catulle Mendès, uno de los más eclécticos escritores franceses y casi desconocido en su país, con motivo del I Centenario de su muerte.
 De estos dos últimos trata el presente artículo.


En el transcurso de mis lecturas para documentar mis sitios webs, me encontré con dos relatos que presentaban unas similitudes más que curiosas; Danger pour tous[1] de Catulle Mendès y Vengeance is Mine Inc[2]. de Roald Dahl. A partir de ahora me referiré a ambos relatos con sus traducciones al español, a saber Peligro para todos de Catulle Mendès y La Venganza en Mía, S.A. de Roald Dahl.  El primero apareció por primera vez en la antología titulada L’Homme Orchestre en el año 1896 en París, su extensión es de unas 2551 palabras, mientras que el relato de Dahl se publico en la colección de relatos More Tales of the Unexpected, aparecido en Gran Bretaña 84 años después, es decir en 1980 y contiene 6393 palabras.
Pese a carecer de conocimientos de literatura comparada, voy a intentar buscar similitudes que me permitan conjeturar de algún modo que Roald Dahl se inspiró en el cuento de  Catulle Mendès para elaborar el suyo.
En primer lugar conviene abordar las analogías que ambos escritores presentan en el ámbito de su obra, considerada de un modo global.
De todos es sabido que Roald Dahl, inglés de ascendencia noruega, es un escritor célebre en nuestros días por sus cuentos para niños. ¿Quién no ha oído hablar de Matilda[3] o Charlie y la fábrica de chocolate[4]? libros que han sido llevados con éxito al cine; no obstante es autor de otros muchos libros todos ellos de gran valor literario que incluso son la admiración de muchos adultos. Sus cuentos para niños tienen una  cierta pátina escatológica que es inédita en la literatura infantil y que sin embargo es uno de los rasgos que caracteriza a este autor, siendo a su vez del agrado de los niños que ven en lo grotesco e incluso grosero, un motivo de chanza y diversión.
Roald Dahl nació en Llandaff, País de Gales, en 1916, aunque sus padres eran noruegos, pasando su juventud entre Gran Bretaña y Noruega. Fue protagonista destacado en la II Guerra Mundial como piloto de la RAF, vivencias que narra en su libro autobiográfico Volando solo[5]. Murió en 1990, siendo mundialmente reconocido.
Catulle Mendès, judío francés de ascendencia portuguesa, nació en Burdeos en 1841. Hijo de un banquero, pudo dedicarse toda su vida a lo que más le gustaba: la literatura. Fue autor y editor. Célebre en vida por sus cuentos de hadas, sus relatos mitológicos, con una gran dosis de crueldad y sordidez en la mayoría de ellos, de modo que la pátina escatológica de Dahl se torna erótica en Mendès. Mendès fue un poeta (toda su obra rezuma poesía), autor de obras teatrales y novelas, líder del movimiento de los parnasianos, escuela que recuperaba la mitología clásica en su obra. Murió en trágicas circunstancias en 1909 en un accidente ferroviario.
 Roald Dahl versificó poco, Que asco de bichos, el cocodrilo enorme[6] y un libro de poemas titulado Cuentos en verso para niños perversos[7], donde da un giro de 180 grados a los cuentos clásicos, alterando su final original: Caperucita es más feroz que el lobo, Blancanieves tiraniza a los enanitos... Mendès a su vez, toma el cuento La bella durmiente del bosque[8] y también lo transgrede: la princesa, una vez despertada por el beso, quiere que la dejen seguir durmiendo ya que lo que el bello príncipe le promete no tiene parangón con lo que vive en sus sueños.
Ya tenemos la primera casual concordancia: ambos se dedicaron a los cuentos, dándoles un tratamiento completamente diferente al clásico cuento infantil con final feliz.
Pero Dahl también presenta una faceta menos conocida, pero no por ello de menor interés. Se trata de sus cuentos para adultos, en los que mantiene un tema recurrente, el del cazador cazado. Algunos famosos relatos de este tipo son Placer de clérigo[9] o La señora Bisby y el abrigo del coronel[10], y sus cuentos eróticos. El erotismo de Dahl está sazonado de un gran sentido del humor y a veces es difícil discernir si catalogarlos como eróticos o como humorísticos, tales como El gran cambiazo[11], El visitante[12]...etc. Mendès tiene una producción narrativa ingente de relato erótico, igualmente con mucho sentido del humor, entre muchos de ellos destaco El cochero ideal[13] y La caseta volcada[14].
Como en Dahl, en Mendès resulta difícil distinguir la frontera entre el humor y el erotismo, estableciéndose entre ambos géneros una simbiosis perfecta.
Es importante poner de manifiesto que el humor de Mendès se ve propiciado, en la mayoría de los casos,  por el objetivo de mitigar un erotismo demasiado explícito, ya que a finales del siglo XIX muchos escritores eran condenados por el delito de “escándalo público y contra las buenas costumbres”. Es célebre el proceso que llevó a Gustave Flaubert ante los tribunales de justicia con ocasión de su más famosa novela, Madame Bovary[15], una obra maestra considerada una de las novelas mejores de todos los tiempos. Este hecho hoy nos sorprende, pero es importante recordarlo porque los autores del siglo XIX se veían obligados a escribir erotismo explícito anónimamente (recuerdo, entre otros, la novela Las once mil vergas[16] de Guillaume Apollinaire) o, si no, tenían que ser muy sutiles. Esa es la razón de que el erotismo en Mendès se deje entrever, sugerir, por lo que resulta más difícil y talentoso que el de Dahl, ajeno a los problemas de la censura.
Más similitudes van surgiendo entre uno y otro, y cuanto más profundicemos más encontraremos.
Los protagonistas de los cuentos de Dahl, El señor Botibol[17] o El hombre del paraguas[18], bien podrían ser dos de los Monstruos parisinos[19] de Mendès, título de una de sus más famosas antologías, donde narra las peripecias de múltiples personajes de la capital francesa, caracterizados por algún rasgo fuera de lo común.
Mendès escribió teatro. Dahl llevó al cine y a la televisión muchas de sus obras. Cada uno de ellos se adaptó a los espectáculos en boga de la época que les tocó vivir.
¿Con estos antecedentes cabría pensar que Mendès influyó en Dahl? La posibilidad de momento no está descartada, pero las pruebas aportadas hasta ahora pueden considerarse, por parte de los más escépticos, insuficientes y usadas ad hoc, en un deliberado intento de reforzar mi tesis, no obstante abordaré el estudio comparativo entre los relatos citados ante la posibilidad de encontrar indicios que no sean una mera coincidencia.

Respetando el orden cronológico, comenzaré por el cuento de Mendès, Peligro para todos.
Peligro para todos narra los servicios prestados por una empresa fundada por dos caballeros, Monsieur Caribert y Monsieur Pestel, que se dedica a ofrecer peligros a una clientela ávida de emociones fuertes. Caribert es el gestor de los peligros naturales y Pestel de los sobrenaturales, ambos reputados especialistas en sus campos. No olvidemos que cuando fue escrito este cuento, el espiritismo estaba de moda y todo lo que se relacionaba con él fascinaba en todos los ámbitos, sobre todo al intelectual y artístico. El científico se mostraba más escéptico, y, algún que otro médico, como e famoso psiquiatra Charcot, vinculaba la mediumnidad con la histeria. Eran famosas sus conferencias abiertas al público en general en el hospital de la Salpetriere a las que, entre otros, asistían Mendès o Maupassant.
 El cuento está escrito en estilo epistolar. Es una carta dirigida a sus potenciales clientes con el siguiente encabezamiento a modo de membrete:
AGENCIA CARIBERT, PESTEL & Cia
Plaza Vendôme, 26

VENTA Y ALQUILER
DE
PELIGROS

Pagos semanales, mensuales o anuales.

(Se recogen los peligros que han dejado de asustar.)
En dicha circular explican la naturaleza de su negocio. Extraigo algunos párrafos de la misma para que se hagan una idea de cómo estos empresarios se promocionan y los argumentos que sustentan su oferta.

[…] Al hombre moderno le falta  las ocasiones del Miedo, del Miedo que rompe la monotonía de la existencia, del Miedo que produce el delicioso estremecimiento, del Miedo que le es necesario, que él exige. […]

[…] Es cierto que hay accidentes de coche, choques de trenes, chimeneas que caen bajo el viento de una tempestad, explosiones de bombas, pero no se puede contar razonablemente con la reiteración numerosa y segura de estos acontecimientos; y nos vemos obligados a confesar que non pueden ocurrir a todo el mundo. […]

[…] A unos precios que esperamos poder bajar todavía, ofrecemos al público, bien en venta o en alquiler, Peligros de todo tipo; entendiendo por la palabra venta que el Peligro adquirido por una persona estará reservado a ella sola, que únicamente ella podrá a partir de ese momento conocer el Miedo, y, por el término alquiler que, al contrario, nosotros volveremos a disponer libremente, luego de un determinado tiempo, del Peligro, que no fue, por así decirlo, más que prestado. […]

[Tenemos a] disposición de las señoras y los caballeros, silbidos lejanos, luego más cercanos, a la hora en la que después del teatro se regresa a casa por calles desiertas, unas putas que amenazan si no se les da limosna o si no se les sigue, ataques nocturnos, ruidos de merodeadores nocturnos en el umbral de la puerta de entrada, unos pasos a través de la habitación de personas agachadas, furtivas, que llevan algo bajo el brazo, o, únicamente, un movimiento de alguien escondido bajo la cama. Gracias a unos contratos con un gran número de vendedores ambulantes y con la mayoría de los cocheros, se puede poner a la venta o en alquiler, las avalanchas contra una pared con patadas en el vientre, ruedas de coches que pasan rozando, – o se vuelcan, según el precio […]. A las familias burguesas que, en el campo, se pasean en barca los domingos, se les ofrece el brusco hundimiento de las planchas de la barca, y, a aquellas que prefieren los espectáculos matinales en un circo o en un cabaret, el grito: «¡Fuego! ¡fuego!» que provoca de repente las avalanchas del rebaño enloquecido de espectadores contra las puertas cerradas y hacia las infranqueables paredes […]

Y muchos más casos en los que estos singulares empresarios urden tramas a cada cual más truculenta para que la adrenalina de su clientela se convierta en un desbordante manantial.
Por ejemplo entre las acciones para producir un miedo sobrenatural, podemos destacar éste:

[…]Ayudándose de pequeños decorados fúnebres, fácilmente transportables, y con un personal muy experto, elegido en su mayoría entre sepultureros y antiguos empleados de Pompas Fúnebres, – personas completamente adecuadas para dar una pincelada de naturalismo (pues hay que ser moderno) a lo sobrenatural, – está en disposición de servir todos los pedidos de una clientela que, pensamos, estará compuesta sobre todo de jóvenes damas adictas a la morfina, de viudas o madres melancólicas que lloran a un esposo o a un hijo, y cabalistas casi alcohólicos. Recomienda las apariciones que, dos a dos, añaden al terror espectral un poco de sadismo de ultratumba, las lejanas resurrecciones de seres amados entre un ruido de cadenas para el que no hay igual. […]

Finalmente, para reafirmar la calidad de estos servicios, reproducen dos cartas que le han sido enviados por clientes satisfechos. Sirva como ejemplo la siguiente:

Castillo de Blessival, por Fleuriot (Eure)
12 de mayo de 1895.
Estimados Sres:
[…] Me place unir mi testimonio a tantos otros que militan a favor de la empresa que ustedes han inaugurado. Mi abuela, la marquesa de Blessival, de sesenta y cinco años, y que, desde hacía mucho tiempo, se dedicaba a las prácticas del espiritismo, no había obtenido más que resultados más o menos negativos […]
[…] tal fue el realismo de sus espectros, […] que mi abuela cayó en síncope; desde ese instante no ha podido dejar su sofá, paralizada, azorada, y esperamos su muerte de un día a otro. Les escribo esta carta para que hagan de ella el uso que gusten y les ruego que crean en mi más sincera admiración.

RENÉE DE BLESSIVAL.

Como se puede comprobar se trata de un relato típicamente humorístico con cierto sarcasmo y crítica hacia la burguesía emergente y a la aristocracia decadente de finales del  XIX, ávida de unas sensaciones diferentes para escapar de la monotonía de una vida burguesa, acomodaticia y fácil, así como de una burla al preponderante mundo de la parapsicología que llenaba los salones de la época en la búsqueda de contactos con personas fallecidas.

Llegado a este punto, no puedo sustraerme a referirme a la película The Game, dirigida por David Fincher en 1997, donde un hombre (Sean Penn) encarga a una empresa, como regalo de aniversario para su hermano (Michael Douglas), un multimillonario hombre de negocios de carácter agrio y huraño, a extraordinarios peligros ficticios sin que éste se percate de que todo se trata de una farsa. La idea es la misma que la del cuento de Mendès, con la diferencia de que la película es un thriller y por tanto carece del contenido humorístico que Mendès le confiere, centrándose únicamente en el aspecto dramático y en la acción, algo propio del dinamismo cinematográfico americano.
Después de este paréntesis fílmico, analizaremos el cuento de Roald Dahl, La Venganza es Mía, S.A.
Como ya indican sus siglas finales, se trata de una sociedad anónima, una empresa creada por dos amigos, George y Claude. El relato está narrado en primera persona por Claude. Comienza cuando ambos se encuentran sin un centavo y pensando como van a salir de su penosa situación financiera. Cierto día, leyendo la sección de “cotilleos” de los periódicos de sociedad de los periódicos, advierten que alguno de los allí citados no repararía en gastos a la hora de vengarse de aquellos periodistas que, impunemente, invadían vidas privadas y publicaban como relación escandalosa asuntos íntimos y personales. Algo propio de la prensa amarilla de finales del siglo XX y, lamentablemente, con una gran audiencia en la televisión del XXI.
En esta tesitura, Claude propone a George que sean ellos quiénes se encarguen de vengar al agraviado o agraviada de las infamias vertidas públicamente en un medio de comunicación con tanta difusión. Para ello se dedican a leer todos los días los ecos de sociedad de los periódicos. Encargan unas tarjetas a un amigo impresor con el siguiente encabezamiento y texto, que dirigen a los posibles clientes, casi todos de un alto estatus social y por tanto de un elevado poder adquisitivo:

LA VENGANZA ES MÍA S.A.

Estimado................................            
Seguramente habrá visto el calumnioso ataque, sin que mediara provocación alguna, que el periodista ........................... ha desatado contra su persona en el pe­riódico de hoy. Sus insinuaciones son escandalosas, una deformación deliberada de la verdad.
¿Está usted dispuesto a consentir que un miserable provocador le insulte de esa forma sin hacer nada?
Todo el mundo sabe que los norteamericanos no permi­ten que se les insulte en público o en privado sin que ello provoque su justa indignación y sin que procuren —mejor dicho, exijan— una compensación adecuada.
Por otra parte, es natural que un ciudadano de su po­sición y reputación no desee verse envuelto personalmente en este sórdido asunto, ni tener el menor contacto directo con persona de tal calaña.
¿Cómo, entonces, puede reparar la afrenta? La respuesta es sencilla. LA VENGANZA ES MÍA, SOCIEDAD ANÓNIMA, lo hace por usted. Nos comprometemos a infligir en su nombre, con absoluta discreción, un castigo individual al periodista ..................... y a este fin sometemos respetuosamente a su consideración diversos métodos (y precios).
1. Un fuerte puñetazo en la nariz… 500 dólares.
2. Poner un ojo morado…600 dólares.
3. Puñetazo en la nariz y un ojo morado…1000 dólares
3. Colocar una serpiente de cascabel (tras haberle extraído el veneno) en el suelo del coche, junto a los pedales, cuando aparque. 1500 dólares
4. Secuestrarlo con un coche, quitarle la ropa, excepto los calzoncillos, los zapatos y los calcetines, y soltarlo en la Quinta Avenida en una hora punta…2500 dólares.

para añadir  finalmente:

Estos trabajos serán realizados por profesionales.

Si desea beneficiarse de alguna de estas ofertas, tenga la amabilidad de contestar a LA VENGANZA ES MÍA S. A. (la dirección se indica en la tarjeta adjunta). Si es posible, se le notificará con antelación el lugar y la hora en que tendrá lugar la acción, de modo que, si lo desea, pueda presenciar nuestra actuación desde una prudente distancia que le garantice el ano­nimato.
No tendrá que pagar nada hasta que sus órdenes se ejecuten a su entera satisfacción, momento en que se le en­viará la cuenta por los procedimientos habituales.

Ni que decir tiene que para sorpresa de nuestros dos pícaros, comienzan a lloverles las peticiones, recibiendo cartas agradecidas de sus clientes:

Sus métodos parecen un tanto heterodoxos, pero cual­quier cosa que le hagan a ese canalla cuenta con mi aprobación. De modo que adelante. Empiecen por el punto número uno, y si lo logran, con mucho gusto les indicaré que continúen hasta el último. Envíenme la factura.

              William S. Womberg

Estimada La venganza es mía, S. A. Es la mejor propuesta que he recibido desde hace años. Aplíquenle al señor Jacob Swinski el tratamiento de la serpiente de cascabel (punto 4). Pero no me importaría pagar el do­ble si se les olvidara sacarle el veneno de los colmillos. Atentamente,
Gertrude Porter-Vandervelt

P.D.:  Será mejor que le hagan un seguro a la serpiente. La mordedura de ese tipo es más peligrosa que la de una cas­cabel.

En mi actual estado de ánimo, y en contra de mi leal saber y  entender, me siento tentado a contestar a su tar­jeta y a rogarles que depositen a ese sinvergüenza de Walter Kennedy en la Quinta Avenida, vestido úni­camente con la ropa interior. Pongo como condición que el suelo esté nevado y que la temperatura sea bajo cero.
H. Gresham

Tengo el cheque de 500 dólares sobre la mesa, firmado. En el momento en que se me presenten pruebas de que le han pegado un buen puñetazo en la nariz a Lionel Panta­loon, se lo enviaré. Yo preferiría que le rompieran algo. Atentamente, etc.,
Wilbur H. Gollogly

Finalmente proceden a realizar los encargos solicitados, desapareciendo finalmente de la ciudad para evitar las pesquisas policiales, con los bolsillos repletos,

A la vista de lo expuesto, sospecho que Dahl conocía el cuento de Mendès. Aun cuando es obvio que no se trata de un plagio, sin embargo la idea parece ser casi la misma. El humor desplegado por Dahl es más moderno y su cuento está desarrollado en un ámbito urbano propio de la época en el que fue escrito, criticando a la clase alta y al periodismo sensacionalista que hace sentir a ésta última protagonista inmerecida, para bien o para mal, de la sociedad de su tiempo.
Méndes le da un aspecto más formal. Sus protagonistas son dos respetados caballeros de negocios, mientras que los de Dahl son dos delincuentes de poca monta que han tenido en un momento de su vida una idea descabellada pero brillante. También es chocante este aspecto tan diametralmente opuesto.
En ambos casos la estructura desarrollada en los dos cuentos, tanto a nivel expositivo como temático, sigue un esquema casi idéntico:

1º) Presentación de una insólita empresa que proporciona unos servicios de tal naturaleza que en condiciones normales nadie solicitaría, pero que no dejan de tener su cierto atractivo y una gran dosis de morbo.
2º) El envío de las circulares a los clientes explicando el objetivo y naturaleza de sus actividades, así como desarrollando los argumentos necesarios para hacerles ver lo interesante de su oferta.
3º) La recepción de cartas de clientes satisfechos.
4º) El humor desplegado de principio a fin de los relatos.
5º) Crítica a la sociedad de su época.

Además de los cinco puntos enumerados, hay que tener presentes las similitudes que ya hemos analizado al principio del presente artículo.
Mendès derivó hacia la novela dramática y las obras teatrales y a la poesía, propias de finales del siglo XIX, y Dahl hacia los cuentos con matices escatológicos para niños, y guionista para la televisión, grandes negocios del siglo XX, siendo reconocido como uno de los mejores escritores de literatura infantil de todos los tiempos. Por el contrario Méndes quedó relegado al olvido y a las tesis de algún que otro estudiante de literatura francesa. Desde este modesto artículo quiero reivindicarlo como un gran trabajador de las letras y un excelente dramaturgo, así como un cuentista excepcional. No fue un Maupassant ni un Chejov y no pasó a la historia de la literatura como mereciese porque su obra no superó la barrera tan difícil de franquear del tiempo, pero esa misma historia tiene mucho que agradecerle por la influencia y ayuda que este hombre proporcionó a los escritores de su época, impulsando el lanzamiento de revistas literarias donde se darían a cononcer, y tuvieron sus primeras oportunidades, los que más tarde serían célebres.
Que este modesto artículo sirva para honrarlo por el legado que dejó a las futuras generaciones que tienen la oportunidad de leerlo, estudiarlo y finalmente quererlo, como es mi caso.

¿Es suficiente todo lo anterior para afirmar que Roald Dahl fue influenciado por Catulle Mendès cuando escribió su relato? Resulta difícil sostenerlo, pero moléstense en leer ambos cuentos y al final decidan ustedes.

Todos los cuentos de Catulle Mendès citados, y muchos más, pueden consultarse, traducidos al español, en el sitio web: http://www.iesxunqueira1.com/mendes/cuentos. El relato de Roald Dahl, todavía tiene en vigor los derechos de autor y fue publicado en España por la editorial Edhasa en 1992, en una antología con el mismo título.
Las sitios web en español de Catulle Mendès y de Roald Dahl son respectivamente:
http://www.iesxunqueira1.com/mendes
http://www.iesxunqueira1.com/dahl

José M. Ramos González
Febrero 2010

[1] Le Danger pour tous, en la antología L’Homme Orchestre con ilustraciones de Lucien Métives, Ollendorff editor, París, 1896
[2] Vengeance is Mine Inc. En More Tales of the Unexpected, Penguin, Londres, 1980
[3] Matida 1986. Llevada al cine en 1996, dirigida por Danny DeVito e interpretada por Mara Wilson, Danny DeVito y Rhea Perlman.
[4] Charlie and the chocolat factory, 1964. Llevada al cine en 2005, dirigida por Tim Burton e interpretada por Johnny Depp, Freddie Highmore e Helena Bonham Carter.
[5] Going solo. 1986
[6] Dirty Beasts and Enormous Crocodile 1978, 1983
[7] Revolting Rhymes 1982.
[8] La Belle au bois rêvant...na antoloxía Les Oiseaux bleus. Victor Havard editor. París, 1888.
[9] Parson's Pleasure, na antología  More Tales of the Unexpected, Penguin, Londres, 1980, aínda que foi escrito en 1958.
[10] Mrs. Bixby and the Colonel's Coat , na antología  More Tales of the Unexpected, Penguin, Londres, 1980.
[11] The Great Switcheroo
[12] The visitor
[13] Le bon cocher, en la antología La Princese nue. Ollendorff editor. Paris, 1890.
[14] La cabine hantée, en la antología Les Boudoirs de verre, Ollendorff editor. Paris, 1884
[15] Gustave Flaubert. Madame Bovary París 1857
[16] Escrito anónimo atribuido a Guillaume Apollinaire, y considerada su primera obra. La primera edición apareció en París en 1907, y la segunda en 1911 firmada con las siglas G.A.
[17] Mr. Botibol.
[18] The Umbrella Man
[19] Monstres parisiens; E. Dentu editor, París. 1882.