domingo, 15 de enero de 2012

Bel-Ami. La universalidad de un alias

     Declan Donnellan y Nick Ormerod acaban de dirigir la película Bel-Ami, basada en la novela homónima del escritor francés Guy de Maupassant. Los exteriores han sido rodados en Budapest y Paris, cuidando con esmero el vestuario y, según parece, manteniendo con mucha fidelidad el guión al texto original. Todavía no ha sido estrenada por lo que no podemos juzgarla, excepción hecha del despliegue, tanto a nivel de reparto, como de medios, con la que nos consta que se ha producido. No obstante siempre nos queda el inevitable recelo, al tratarse de una producción actual, con lo que ello pueda conllevar en lo relativo al tamiz bajo el que se ha de filtrar una novela europea del siglo XIX para un público con un punto de vista de ciento veintisiete años de diferencia. Solamente hemos podido visionar los trailers, y por su aspecto el film nos parece muy prometedor. Mientras tanto permanezcamos a la espera.
     No es la primera versión cinematográfica que se realiza de esta novela, pues su contenido se presta sin duda a ser escenificada por desarrollar una historia intensa y susceptible de ser llevada a la pantalla con ciertas garantías de éxito. A continuación relacionamos la lista de películas basadas o inspiradas en esta novela que, como podemos comprobar, han sido considerables:

     1919 : Bel Ami, Italia, Augusto Genina
     1939 : Bel-Ami, Alemania, Willi Forst (96 minutos)
     1946 : El buen mozo. La historia de una canalla, México, Antonio Momplet (102 minutos)
     1947 : The Private affairs of Bel Ami, (Los asuntos privados de Bel Ami) USA, Albert Lewin (115 minutos)
     1955 : Bel-Ami, Francia-Austria, Louis Daquin (85 minutos)
   1966 : Bel Ami 2000 oder wie verführt man einen Playboy ?, Austria, Michael Pfleghar (90 minutos)
     1976 : L'Emprise des caresses, Suecia, Mac Ahlberg
     1978 : Bel-Ami, España, TV, Francisco Abad (15 capítulos).
     1979 : Bel Ami, Italia, TV, Sandro Bolchi
     1982 : Bel-Ami, Francia, TV, Pierre Cardinal (dos episodios 285 minutos)
    2002 :Bel Ami, l'uomo che piaceva alle donne (el hombre que gustaba a las mujeres), Italia, TV, Massimo Spano (dos episodios)
     2011: Bel-Ami. Reino Unido-Francia-Italia, Declan Donnellan y Nick Ormerod.

     Como vemos en la relación anterior, España no fue indiferente a la celebridad de Bel-Ami. El director gaditano Antonio Momplet, exiliado en México con motivo de la guerra civil, ya había dirigido en 1946 su versión de Bel-Ami. En 1978 Francisco Abad llevó a la pequeña pantalla la novela, en 15 capítulos, que se volvería a emitir en la segunda cadena de Televisión Española en septiembre de 1982. Esta adaptación en forma de telenovela, estaba protagonizada por Víctor Valverde en el papel de George Duroy (Bel-Ami), las actrices Silvia Tortosa (Madeleine Forestier) y Maite Blasco (Clotilde de Marelle), los actores Manuel Tejada (Sr. Forestier) y José María Cafarell (el banquero judío Sr. Walter).
     Tal vez la versión cinematográfica más conocida sea la película alemana, dirigida en 1939 por Willi Forst y protagonizada por el propio director en el papel de Georges Duroy, alias Bel-Ami. Su banda sonora incluye la canción titulada Bel-Ami que sería muy versionada desde entonces.
 La novela fue publicada en 1885. Tan pronto salió a la venta, levantó una gran polémica al verse en ella retratados los ambientes periodísticos y políticos de la época, denunciándose los tejemanejes de la prensa en conciliábulo con los políticos corruptos. Más de uno se vio reconocido en alguno de sus personajes. El mismo Maupassant tuvo que justificarse ante aquellos que lo acusaban de que su novela era un furibundo ataque contra los periodistas. Así se expresaba en una carta dirigida al Gil Blas, el 1 de junio de 1885, en respuesta a las críticas recibidas:

     Queriendo analizar a un crápula, lo he desarrollado en un medio digno de él a fin de dar más relieve a ese personaje. Tenía ese derecho absoluto como habría tenido aquel de tomar al más honorable de los periodistas para mostrar allí la vida laboriosa y tranquila de un hombre honesto.

      Por otra parte, y visto desde nuestra óptica, el periodismo es lo menos vituperado en la novela.
    A nosotros hoy no nos sorprende en absoluto la comunión entre la prensa y la política y todos aquellos intereses bastardos que se mueven en ambas direcciones; parece ser que es algo que todavía permanece en nuestros días, como si se tratase de algo inmutable. Lo que realmente llama la atención al lector del siglo XXI, es lo fielmente que Maupassant nos describe en su novela la condición de servidumbre a la que estaba sometida la mujer en el siglo XIX. Aparte de su evidente misoginia y las influencias de Schopenhauer, Maupassant no nos descubre nada que no fuese estrictamente real, no en vano es uno de los autores realistas más reputados. Y sin duda, lo hace con un realismo sorprendente. En su obra nos muestra con crudeza que las mujeres eran juguetes en manos de los hombres. No hay más que analizar los personajes femeninos de esta novela para apuntalar este aserto:
     Rachel, la prostituta que ronda por el Folies Bergière, con la que Bel-Ami convive cuando todavía no es nadie y de la que se aprovecha casi ejerciendo como su proxeneta.
     Madeleine Forestier, mujer adelantada a su tiempo, con ínfulas de independencia pero prisionera de su sexo, se ve imposibilitada a aceptar una herencia de un amigo porque su esposo no se lo autoriza, pretextando que sería de mal efecto y provocaría los rumores de la gente. Madeleine Forestier es la mujer inteligente, que desea emanciparse, pero que todo su talento ha de ser puesto al servicio de sus dos esposos, Forestier en primer lugar, y Bel-Ami tras enviudar del primero. Ellos han de llevarse todo el mérito de su trabajo porque a ella no le está permitido desarrollar sus aptitudes en ningún foro profesional masculino.
     Clotilde de Marelle, mujer casada, cuyo marido la deja sola grandes temporadas. Hermosa y joven se libra en brazos de Bel-Ami con la naturalidad de una chiquilla caprichosa. Es una mujer voluble y frívola con cierta dosis de estulticia. Se rige por las apariencias y las conveniencias sociales, pero en ella se oculta una personalidad díscola y despreocupada.
     La Sra. Walter, mujer madura pero con reminiscencias de una antigua belleza que todavía la hace atractiva. Prototipo de la mujer religiosa, madre y esposa ejemplar que cuando comete un desliz se considera condenada sin remisión. Aun así, el amor pecaminoso que siente por su amante es mayor que los remordimientos que casi la llevan a la locura y provocan que se cele de su propia hija.
     Suzanne Walter, hija de la anterior, la niña mimada que siempre obtiene lo que quiere y que no tiene más ambición en la vida que un marido divertido con el que pueda satisfacer sus locuras de juventud.
     Todas estas mujeres son las presas de Bel-Ami, un hombre que las seduce con el único fin de escalar socialmente, abandonándolas una vez alcanzado el peldaño que se propone ascender. Haciendo acopio de un encanto hipócrita, conquista a las mujeres, les saca todo el provecho posible y las abandona con la misma facilidad.

Seductor al conquistarlas,
cariñoso al mantenerlas
indiferente al perderlas,
mezquino al abandonarlas.

     Tal es, en síntesis, el planteamiento de esta célebre novela, al margen del entorno en el que se mueven los personajes: la sociedad mundana, la política y el periodismo. Estos últimos ámbitos constituyen el marco que se presta perfectamente para plasmar todo el trasiego de intereses derivados de la ostentación del poder. Es ahí donde mueve Bel-Ami sus piezas, carente de todo escrúpulo, favorecido por la ciega complicidad de sus congéneres que, desde el cómodo sillón desde donde ejercen su autoridad, no saben proteger a sus mujeres de esos depredadores, auspiciando asimismo la situación de inferioridad social de la mujer ante los embates del recién llegado a su mundo.
     En 1912, Fernand Nozière realizó una adaptación teatral de la novela en ocho cuadros, que se estrenó el 24 de febrero en el teatro del Vaudeville. Como casi siempre sucede en estos casos, los guiones adaptados de novelas célebres no suelen ser del agrado del público, porque ese mismo público ya tiene hecha su propia representación previa a la del estreno y ambas casi nunca coinciden. No por ello dejaremos de valorar el trabajo de adaptar una densa novela a una obra de teatro, cuyo efecto final consigue el objetivo de transmitir el mensaje de la obra original. Como era de esperar, no obtuvo éxito. La crítica teatral se cebó con ella y el público fue indiferente.
     Al hilo de lo anterior, es nuestra opinión que el teatro debe ser un género al margen de la novela, al igual que el cine. Cada uno de ellos debe gozar de la independencia que le procura una trama original en exclusividad. Al igual que en toda traducción casi siempre se falsea, en mayor o menor grado, el sentimiento del autor original,  lo mismo sucede con el cine y el teatro adaptado de la literatura. Son muy escasas las adaptaciones superiores a aquello en lo que se inspiran.
     Hoy, la expresión "Bel-Ami", se ha convertido en un todo un símbolo internacional, desvirtuándose en cierta parte la personalidad del protagonista para incidir más en su aspecto físico y sus dotes para la seducción. Bel-Ami es sinónimo del hombre apuesto y seductor, independientemente de sus inclinaciones sexuales. De hecho existe una revista de marcado carácter homosexual llamada Bel-Ami, y también es el título de una serie de películas pornográficas para el colectivo gay.
     Por lo tanto, de igual modo que su maestro Flaubert, con Madame Bovary creó el personaje que daría lugar a la expresión bovarismo, para indicar en psiquiatría una patología en la mujer, consistente en desear ser lo que en realidad no se es, Maupassant logró que su Bel-Ami fuese un icono de la belleza masculina que perdura en nuestros días con más pujanza que nunca.
    No debe confundirse con el donjuanismo o el Casanova, aunque a primera vista pudiese parecer lo mismo. Ambos son de generaciones y características muy diferentes. El don Juan es romántico y seduce porque ama a la mujer. Don Juan es el mujeriego por excelencia y Casanova representa al homo-erótico. Bel-Ami es la antítesis del romántico. Su personalidad tiene más alcance porque es pragmático y un arrivista que, partiendo de cero, utiliza a la mujer pero no ama. Esto le permite también utilizar sus encantos para seducir incluso a los maridos, tal y como hace en realidad. Bel-Ami no sabe amar porque su creador tampoco sabía hacerlo. Guy de Maupassant jamás amó a una mujer que no fuese de un modo material. Incluso llegó en muchas ocasiones a identificarse con su propio personaje. En más de una ocasión llegó a decir: «Yo soy Bel-ami». Esta incapacidad de Maupassant para amar, se manifiesta en su obra de un modo patente, llegando incluso a ser reconocido por él mismo:

     En los diálogos amorosos rompí multitud de cuartillas, porque tras su lectura lo que en principio me parecía adecuado, luego me producía hilaridad. Nunca supe describir bien las escenas de amor.

     En cualquier caso, Bel-Ami es todo un triunfo de la literatura que nos demuestra la inmortalidad de ciertos personajes que trascienden más allá de lo meramente ficticio y salen de los libros para convertirse en paradigmas de algún aspecto, virtuoso o abyecto, de la condición humana, siendo absorbidos e incorporados al lenguaje ordinario. Eso es un gran privilegio que confiere universalidad a una obra.


José Manuel Ramos González
Pontevedra, 15 de enero de 2012