viernes, 4 de febrero de 2011

Hotel Comercio

por Frizt Hochwälder

El más célebre cuento de Guy de Maupassant, Bola de sebo, considerado por muchos como el mejor relato corto de la historia de la Literatura Universal, fue objeto de adaptaciones para el cine y el teatro desde su aparición en 1880.
Su inmediato éxito, aparte de su indiscutible calidad, se vio favorecido por dos hechos capitales. Su autor era discípulo de Flaubert, tenía ya treinta años y el oficio de escritor completamente aprendido; el solitario de Croisset, como llamaban a Flaubert, nunca le permitió publicar nada hasta que escribiese algo que el maestro considerase digno de ser publicado.
El segundo factor que impulsó el relato fue el hecho de encontrarse incluido en una antología de his torias cortas encabezada por Émile Zola, sobradamente conocido ya en el mundo de la literatura francesa. Esto le proporcionaba una publicidad añadida importante. Esta antología, titulada Las veladas de Médan, reunía a varios escritores, aportando cada uno de ellos un relato basado en la guerra franco-prusiana de 1870. Estos eran Zola, Paul Alexis, J.K. Huysmans, Henri Céard, Léon Hennique y Maupassant. Ninguno de los relatos de sus colegas pasó a la historia de la literatura, pero Bola de sebo no solo tuvo un éxito inmediato que catapultó a su autor, sino que su nombre quedó inmortalizado gracias a ese maravilloso cuento que hoy en día todavía es objeto de estudio y que sigue publicándose por doquier.
Su argumento es sobradamente conocido, pero para los que no hayan tenido todavía la ocasión de leerlo, realizaremos una rápida sinopsis, con la encarecida recomendación de que sea leído, aunque a veces los resúmenes resultan disuasorios. Nosotros correremos el riesgo.
El relato comienza con el ejército francés en retirada tras la victoria de los prusianos. Los invasores ocupan Francia. Un grupo de burgueses de Rouen, con negocios en El Havre,  se dispone a viajar con un salvoconducto del gobernador prusiano en la ciudad. Con ellos también viaja una prostituta, Isabel Rousset, alias Bola de sebo, por su especial complexión física. Todos la miran con desprecio y la ignoran durante la primera parte del viaje. El hambre comienza a acuciar y Bola de sebo extrae de su cesta una cantidad de manjares que provocan una intensa salivación en sus compañeros que no han sido tan previsores. La muchacha en un acto desinteresado invita a todos a saciar su apetito. Estos, dejando sus prejuicios arrinconados, no dudan en aceptar el ofrecimiento de la muchacha.
La diligencia llega a una parada de postas ocupada por un destacamento prusiano. Mientras cambian los caballos y los pasajeros se refrescan y disfrutan de un tentempié, el comandante germano les prohíbe reanudar el viaje hasta que Bola de sebo no acceda a sus requerimientos sexuales. Ésta se niega a ultranza, ya que pese a su oficio, él es un enemigo. Los demás, al principio se indignan, pero al verse retenidos en la posada convencen a la muchacha de que se sacrifique en aras al bien común. Bola de sebo, con mucho pesar, accede finalmente. Pero cuando vuelven a reanudar el viaje, la miran con más desprecio todavía, finalizando el cuento con los sollozos inconsolables de Bola de sebo, sintiéndose humillada por aquellos a los que tanto favor a hecho.
Es un hermoso canto al patriotismo y una denuncia a la hipocresía burguesa.

Este relato, por su intenso contenido emocional, su realismo y su caracter un tanto épico, encandiló a autores teatrales y a guionistas de cine. Así pues fueron tomados los elementos básicos de la trama de Maupassant para adaptarla a la escena o a la pantalla con mayor o menor éxito y fortuna. Una de las  versiones fílmicas más conocidas es el western de John Ford, La Diligencia. El teatro también bebió en Bola de sebo con la obra de Carlos Arniches, La Estrella de Olympia, comentada en este blog.

En esta ocasión nos ocuparemos de la versión teatral del dramaturgo austríaco Fritz Hochwälder, tiltulada Hotel Comercio, que, escrita originalmente en alemán bajo el título Hôtel du Commerce, fue estrenada en España en el Teatro Reina Victoria, el 21 de abril de 1973.
Es una de las adaptaciones de Bola de sebo más fieles que se han realizado. En ningún momento se oculta el origen de la obra; incluso los nombres de los personajes coinciden con los del cuento: Loiseau, Carré-Lamadón, Cornudet e Isabel Rousset, nuestra Bola de sebo, que en la obra jamás se le llama por su apodo. Evidentemente la actriz que encarna a Isabel no tiene la complexión física de una persona gruesa tal y como nos la describe Maupassant (En España fue interpretada por Queta Claver). Hago aquí un paréntesis para mencionar las dificultades de algunos directores para encontrar actrices que encarnasen a Bola de sebo tal y como Maupassant nos la presenta. También hay una monja, mientras que Maupassant pone dos en escena.

El argumento de la obra de Hochwälder es exactamente la misma que  la del cuento, inclusive algunos diálogos, aunque presenta algunas variantes que podemos destacar a continuación:
El cuento de Maupassant comienza con el ejército francés en retirada y con los momentos previos a la salida de la diligencia, la presentación de los personajes, la partida y la comida compartida dentro del coche mientras transcurre el viaje.
Fritz Hochwälder
Hochwálder, por una evidente cuestión de escenografía, comienza su primer acto en el Hotel Comercio, omitiendo la primera parte del viaje.  Los personajes se presentan por sí solos mediante los primeros diálogos. Es en el Hotel donde Isabel Rousset comparte su comida porque en el establecimiento no hay víveres. Los prusianos han requisados todos los comestibles, limitándose a dejar para los huéspedes de tránsito algunos mendrugos de pan duro.
Las mismas actitudes de agradecimiento hipócritas a Isabel muestran los burgueses en ambas obras.
El cochero, Luís, que en la obra de Maupassant es un personaje casi inexistente, tiene un papel relativamente importante en la pieza teatral, pues está enamorado de Isabel Rousset y se convertirá en una especie de vengador moral de la muchacha y quien le tenderá una mano amiga, lo que hace el desenlace de la obra teatral menos amargo que el del relato.
Una vez en el Hotel, el comandante prusiano solicita los favores de la prostituta. Ésta se niega. Como represalia el germano impide reanudar el viaje a todos los pasajeros. Mientras tanto los burgueses, que están acompañados de sus esposas, intentan acostarse con Isabel. Ella, pese a su oficio, los rechaza ante lo impropio del momento y la situación.
Cuando sus compañeros de viaje ven peligrar sus negocios debido a la permanencia en el Hotel y el tedio comienza a invadirlos, acaban por convencer a Isabel de que se sacrifique por ellos, invocando a Juana de Arco o narrándole la historia de Judit que se acostó con el general Holofernes de Nabuconodosor cuando invadió su ciudad, cortándole la cabeza. También mencionan el caso de Sexto y Cleopatra.
Pero el argumento que más llega a convencerla es el de la monja, cuando esta le dice que lleva unas medicinas para los soldados que se encuentran heridos en El Havre y la ausencia de los fármacos pueden provocar su muerte.
La muchacha, ingenua y asombrada por la historia de heroísmo de esas mujeres y el peligro que corren los heridos defendiendo su patria, acaba cediendo finalmente y cuando está en la habitación con el prusiano, los demás se felicitan y brindan festivamente, al mismo tiempo que hacen comentarios jocosos sobre la situación que se está produciendo en el piso superior.
A partir de este momento, la obra toma unos derroteros ligeramente distintos al del relato de Maupassant.

Mientras todos celebran la inmediata partida y Bola de sebo se encuentra en la habitación del comandante prusiano, se presenta Luís, el cochero. Al enterarse de lo ocurrido, les dice a todos con ira que van a ser fusilados, pues Isabel le había pedido su navaja para esconder en la liga, y está convencido de que esta asesinará al prusiano.
Al percatarse de que las historias a las que han recurrido para convencerla finalizaban con la muerte del enemigo, se aterran y comienzan a culparse los unos a los otros de la execrable acción a la que han inducido a la joven y las trágicas repercusiones que para ellos tendrá la muerte del prusiano. Se produce una fuerte disputa entre todos llegando al insulto, y las señoras casi a las manos. Una vez calmados, deciden mirar por el hueco de la cerradura, comprobando con alivio que la muchacha no ha matado al enemigo, sino que ha cumplido los deseos de éste, para desazón de Luís que comenta: ¡Qué vergüenza!
Cuando todos se disponen a partir, baja Isabel de su cuarto y observa como todos almuerzan copiosamente tras haber conseguido vituallas en el pueblo. Ella saluda al grupo, pero desviando la vista  la ignoran. La muchacha dice que tiene hambre pero ninguno de los presentes comparte  con ella su comida. El cochero obliga a todos a entregar la comida a Isabel, so pena de no continuar el viaje. Cuando las viandas son depositadas en la mesa, Isabel en un ataque de furor, la derriba e insulta a todos aquellos que la han llevado a sufrir semejante humillación.
En el cuento de Maupassant, Bola de sebo es más tímida y con pocos arrestos ante los que ella considera sus compatriotas. Hochwälder le imprime más carácter y ese arranque de ira es muestra de ello.
Con Maupassant se reanuda la marcha y Bola de sebo va entre sus compañeros de viaje, marginada, despreciada, ignorada, humillada y sollozando.
Hochwälder confiere un final más digno a la salida de Isabel del Hotel, tomando el brazo del cochero Luís que, ante la negativa de la mujer para viajar en compañía de esas personas hipócritas y mezquinas, la invita a que lo acompañe a su lado en el pescante del coche.

En cuanto a la acción, la obra teatral es más trepidante que el cuento. Naturalmente así ha de ser ya que priman los diálogos por encima de las descripciones, teniendo el espectador que hacerse una composición de lugar y valorar las actitudes de unos y otros por su comportamiento. En esto evidentemente es fundamental el trabajo de los actores y actrices.
Maupassant es más prolijo en la descripción de los personajes y sus sentimientos y es capaz de conmovernos mucho más que Hochwälder. El texto narrativo permite describir situaciones que el teatro debe sintetizar debido a múltiples razones, pero sobre todo escenográficos y rítmicos. El objetivo es mantener la constante atención del público y no se puede permitir caer en diálogos insustanciales o situaciones que requieran intervalos de tiempo en exceso largos entre diálogos. Por otra parte, el éxito teatral de un relato que ya había sido juzgado como una obra maestra en su época, va a depender en gran medida de la buena actuación de la compañía que la representa. Maupassant no tiene ese problema. Con su prosa sobria maneja a sus personajes a su antojo obteniendo de todos una caracterización magnífica.

Resumiendo, tal vez sea la versión más fiel a la obra original que se haya realizado, adaptada con acierto, según las críticas recibidas, a los cánones de las exigencias teatrales.

NOTA.-
Fritz Hochwälder nació en Viena en 1911 y murió en Zurich en 1986, pero fue enterrado en Viana.  Sus padres, judíos, fueron deportados y asesinados en Polonia en 1942. En 1938 Hochwälder, un decorador reputado, huyó a Zurich donde su ciudadanía austriaca le impidió conseguir empleo. Usando su tiempo para hacer realidad una ambición de juventud empezó a escribir obras teatrales, donde adaptaba temas históricos o literarios para denunciar problemas contemporáneos.


José Manuel Ramos González
Pontevedra, 5 de Febrero de 2011.